Entre todas las cosas ocurridas en la VI Convención Internacional de Origami y II Congreso Latinoamericano surgieron algunas anécdotas que me gustaría recordar. Esta vez no hubo origami de por medio, sino solamente alcachofas. Poco a poco subiré algunas otras anécdotas que hubo mientras transcurrían los días de convención. 
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| ¿Alcachofas? ¿Cómo se comen? | 
El "arte" de comer una alcachofa tiene toda su "ciencia". No es tarea fácil para nadie. El desafío era adivinar cómo se comía la alcachofa y llegar hasta lo profundo de sus hojas.
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| Las alcachofas parecen de mentira! | 
 El intento de Eric fue errado... muy bonita será la alcachofa, pero... había que probarla!
  
Alex intentó con lo suyo. Se encontró con unas cuantas espinas y la parte más dura de la alcachofa! 
 Veríto tiene hambre!!! Rápido!!! Que alguien le diga como se come!! Adri hace el primer intento... (pero recuerda que no es toda la hoja!)
Por mientras Juanse solamente observaba... parece que Daniel está equivocado...  
Alex nuevamente se equivoca! la hoja tiene que estar al reves! Santi, esta vez no se come con tenedor, se come con la mano!! 
 Así es, muy bien!!! y qué ordenadito!!! Poco a poco van adquiriendo las costumbres chilenas.
 Llegamos a la mejor parte, las hojas centrales... y el potito de la alcachofa!
 Desafío terminado!!! Salieron airosos!
Y como regalito para ustedes, les dejo esta Oda de Pablo Neruda.  
Oda a la Alcachofa
La 
                        alcachofa 
                        de tierno corazón 
                        se vistió de guerrero, 
                        erecta, construyó 
                        una pequeña cúpula, 
                        se mantuvo 
                        impermeable 
                        bajo 
                        sus escamas, 
                        a su lado 
                        los vegetales locos
                        se encresparon, 
                        se hicieron 
                        zarcillos, espadañas, 
                        bulbos conmovedores, 
                        en el subsuelo 
                        durmió la zanahoria 
                        de bigotes rojos, 
                        la viña 
                        resecó los sarmientos 
                        por donde sube el vino, 
                        la col 
                        se dedicó 
                        a probarse faldas, 
                        el orégano 
                        a perfumar el mundo, 
                        y la dulce 
                        alcachofa 
                        allí en el huerto, 
                        vestida de guerrero, 
                        bruñida 
                        como una granada, 
                        orgullosa, 
                        y un día 
                        una con otra 
                        en grandes cestos 
                        de mimbre, caminó 
                        por el mercado 
                        a realizar su sueño: 
                        la milicia. 
En 
                        hileras 
                        nunca fue tan marcial 
                        como en la feria, 
                        los hombres 
                        entre las legumbres 
                        con sus camisas blancas 
                        eran 
                        mariscales 
                        de las alcachofas, 
                        las filas apretadas, 
                        las voces de comando, 
                        y la detonación 
                        de una caja que cae, 
                        pero 
                        entonces 
                        viene 
                        María 
                        con su cesto, 
                        escoge 
                        una alcachofa, 
                        no le teme, 
                        la examina, la observa 
                        contra la luz como si fuera un huevo, 
                        la compra, 
                        la confunde 
                        en su bolsa 
                        con un par de zapatos, 
                        con un repollo y una 
                        botella 
                        de vinagre 
                        hasta 
                        que entrando a la cocina 
                        la sumerge en la olla. 
Así 
                        termina 
                        en paz 
                        esta carrera 
                        del vegetal armado 
                        que se llama alcachofa, 
                        luego 
                        escama por escama 
                        desvestimos 
                        la delicia 
                        y comemos 
                        la pacífica pasta 
                        de su corazón verde.